En el año 2005, DC Comics se propuso reiniciar la historia de sus personajes más emblemáticos creando nuevas series cuyo rumbo dejaría en manos de equipos creativos de eficiencia y éxito más que probados. Esta suerte de "miniuniverso Ultimate" (por usar la terminología propia de la competencia) recibió el nombre de línea All Star. Y si las andanzas de Superman recayeron en el muy compenetrado tándem formado por Grant Morrison y Frank Quitely, la nueva cabecera de Batman, titulada All Star: Batman & Robin -The Boy Wonder-, contó con un equipo de auténtico lujo: Frank Miller a los guiones y Jim Lee a los lápices.
Miller, con su estilo inimitable de hombres duros, mujeres enfermizas y ciudades de novela negra, mezclando todo ello con un entorno sucio y decadente que le caracterizó en sus últimas grandes obras, nos cuenta los primeros años de Robin junto a Batman, El Caballero Oscuro de Gotham, el cual es un chiflado que se viste de hombre murciélago para atemorizar a los criminales hasta tal punto que se acerca peligrosamente a la línea que le separa de ellos. Es, por tanto, un Batman frío, cruel, y cercano al desequilibrio. Seguramente nunca habrán visto al Señor de la Noche caer sobre sus enemigos riendo a carcajada limpia, una analogía que, sospecho, Miller emplea para hacernos ver dos cosas: por una parte, que la enfermiza mente de Bruce Wayne está cerca del colapso y comienza a disfrutar con su papel de hombre que infunde pánico a sus adversarios. Por otra, es un acercamiento a la figura de su eterno némesis, el Joker, confundiendo una vez más a ambos en esa eterna moneda de dos caras que comparten.
Como aliciente, aparecen una multitud de secundarios y personajes principales del Universo DC, Viky Vale, una reportera arriesgada que lucha contra un cuerpo de policía completamente corrupto. James Gordon, cuya aparición es realmente breve, al igual que la de Bárbara en su papel de Batgirl. Una JLA que está en pleno proceso de creación con Superman hecho un tontainas, un Plastic Man que es de chiste –bueno, aquí no cambia demasiado, salvo el humor negro que le imprime Miller–, un Green Lantern –Hal Jordan– medio imbécil y –aquí viene lo que me tocó más la moral–, una Wonder Woman feminista hasta el exceso y convertida en una mala bestia. Lo dicho, la particular visión de Miller, que pretende ser crítica y burlona a la vez, plasmada por los increíbles dibujos de Jim Lee. También verán a una Canario Negro prácticamente irreconocible y a un Alfred más cercano a sus años como agente secreto que en el papel de mayordomo bondadoso que hace de contrapartida de su señor manteniendo así su escasa cordura, que es al que estamos acostumbrados.
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